Sistema Educativo

Sistema Educativo en Chile en Chile

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Nota: Véase el Sistema Educativo en Guatemala, los fundamentos constitucionales y legales en Guatemala, la gestión y administración educativa en Guatemala, la información relativa a la Educación Primaria en Guatemala, la información relativa a la Educación Secundaria en Guatemala y la información relativa a la Educación Superior en Guatemala.

Definición de Administración y Gestión Educativa

Ver el significado de Sistema Educativo en el diccionario jurídico y social, la definición de Gestión Educativa en el diccionario jurídico y social y el significado de Educación Superior en el diccionario jurídico y social.

Sistema Educativo en Chile

Antes de la independencia, las órdenes religiosas cristianas influyeron predominantemente en la educación chilena. De hecho, los jesuitas fundaron las primeras instituciones educativas del país. Desde la Primera Junta Nacional de Gobierno de 1810 existía un interés por desarrollar sistemas educativos en el nuevo país manifestado por los miembros del movimiento independentista. Este deseo se concretó en un decreto aprobado que eximía específicamente de impuestos durante un año y medio a los libros, mapas, imprentas, instrumentos de física y maquinaria que contribuyeran al avance social y educativo. A partir de esta predisposición a facilitar la educación, durante el año 1813 se creó la Biblioteca Nacional, se instituyó la libertad de prensa y se estableció el primer periódico oficial del gobierno, El Monitor Araucano.

Sin embargo, estos esfuerzos se consolidaron sólo parcialmente debido a la priorización de las necesidades. La consolidación de la independencia de Chile, así como las continuas guerras relacionadas con los límites territoriales con los países adyacentes, retrasaron el establecimiento de una educación pública a nivel nacional que abarcara todos los estratos sociales.

Desde la conquista, a finales de 1500, hasta los primeros periodos de la independencia, el 1800, la educación estuvo en manos de organizaciones católicas. Las iglesias, donde se enseñaba a leer y escribir, tenían como objetivo principal evangelizar y conseguir nuevos cristianos educados en la fe. Además, la educación estaba muy estratificada, estaba destinada a los miembros de las familias tradicionales españolas y, más tarde, a los aristócratas que formaban la élite nacional. Igualmente, se enfatizaba la educación para los hombres de los que se esperaba que ocuparan cargos políticos y desempeñaran funciones de liderazgo para la nación.

Siguiendo el modelo colonial español de la época en América, los sacerdotes eran predominantemente eruditos. La Aurora de Chile, el primer periódico chileno fue creado y editado por Camilo Enríquez, un sacerdote católico, patriota y hombre de letras que estaba profundamente influenciado por las ideas de Jean Jacques Rousseau. Otros europeos influyeron en los primeros modelos educativos chilenos. El pedagogo alemán Friedrich Froebel, padre del jardín de infancia, y el reformador educativo suizo Johann Heinrich Pestalozzi, cuyo interés por la creación de escuelas para los pobres y la nueva didáctica para la educación elemental influyeron en el desarrollo de la educación chilena que, igualmente, se reflejó en la formación docente.

Por otro lado, la tradición predominó sobre el derecho, se crearon instituciones educativas principalmente para varones, como en el caso de la educación secundaria. Igualmente, desde el punto de vista profesional, el acceso de las niñas a la educación también fue limitado. Sólo doce años después de la apertura de la primera escuela normal para varones, se creó la primera escuela de este tipo para niñas.

No fue hasta principios del siglo XX cuando unas reformas educativas drásticas y moderadas solidificaron la educación pública en el país motivadas principalmente por los movimientos políticos y la fuerza social dirigida por los sindicatos.

En 1927 se creó el Ministerio de Educación, que tenía como función principal planificar, aplicar y hacer cumplir las leyes educativas y supervisar las condiciones de la educación a nivel nacional. Con la excepción de algunos breves periodos de tiempo, su administración se caracterizó por ofrecer políticas centralizadas que favorecían la uniformidad de los planes de estudio en todo el país, incluyendo los contenidos, proporcionando libros de texto y material escolar básico de forma gratuita para la educación primaria. Esta política favoreció la reubicación de las familias a lo largo del país facilitando la transición educativa para que los niños se readaptaran a las nuevas escuelas en las diferentes zonas geográficas de la nación durante décadas.

La flexibilidad curricular comenzó a alcanzarse a finales de la segunda década del siglo XX, cuando los avances en la educación se llevaron a cabo y se lograron parcialmente mediante leyes radicales. Sin embargo, debido a los giros políticos, un sistema educativo prometedor se vio abruptamente terminado.

La educación chilena adoptó un gran grado de rigidez que se reflejaba en las desigualdades sociales y geográficas. Los niños más desfavorecidos eran los del estrato pobre que vivían en zonas rurales donde la autoridad no imponía la matrícula y el acceso a las escuelas era difícil por la distancia. El énfasis en la educación de las zonas económicamente desfavorecidas y rurales del país fue dado por el gobierno demócrata cristiano de E. Frei M. durante los últimos cinco años de la década de los 60, cuando se aplicaron metodologías más contemporáneas a la educación pública o se readoptaron proyectos anteriores realizados en los años 20 y 30.

La tasa de abandono escolar también era una preocupación para los responsables políticos. Tras estudiar la situación durante la década de 1950, se pusieron en marcha estrategias sociales para reducir esta tasa ofreciendo desayunos y almuerzos gratuitos y nutricionalmente equilibrados para ayudar a los niños en edad escolar que se encontraban por debajo del nivel de pobreza y no tenían otros bienes importantes. Se creó la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (JNAEB) para evaluar las necesidades sociales que pudieran evitar que los niños abandonaran la escuela prematuramente. También se proporcionó a los niños de bajos ingresos un acceso regular a la atención sanitaria y dental y a los tratamientos, si los necesitaban, de forma gratuita según las indicaciones de las autoridades escolares. Se desarrollaron otros servicios para atender al estrato, se ofrecieron Colonias de Veraneo a los estudiantes durante sus vacaciones de verano que los liberaban del trabajo y como estrategia para motivar la asistencia a la escuela primaria. Esta iniciativa se puso en práctica por primera vez en 1929, pero se suspendió por circunstancias políticas. Sin embargo, fue revivida como un programa eficaz y exitoso en la educación elemental por la JNAEB. Todas estas iniciativas se pusieron en práctica para reducir las desigualdades escolares y para ofrecer igualdad de oportunidades de educación.

Se ofrecieron becas por concurso para que los estudiantes de bajos ingresos que demostraran un rendimiento académico sobresaliente pudieran continuar su educación secundaria. Los fondos para la educación postsecundaria se asignaron en forma de becas que no tenían que devolverse.

Hasta 1965, los grados de primaria eran 6 años de escolaridad obligatoria y 6 años de educación secundaria optativa llamada bachillerato o humanidades. La reforma de 1966 amplió la enseñanza pública elemental obligatoria y gratuita a ocho años y redujo los grados de secundaria a cuatro, cambiando su nombre por el de grados de enseñanza media.

La descentralización administrativa comenzó con la regionalización geopolítica del país en 1974. Posteriormente, durante la década de 1980, el proceso de municipalización de las escuelas dotó de mayor autonomía a los centros educativos, al tiempo que el gobierno autorizó las escuelas privadas subvencionadas, conocidas como escuelas subvencionadas para la educación primaria y secundaria en el país. El Ministerio de Educación aprobó la Ley Orgánica Constitucional de Educación de 1990 que autorizó a los centros/instituciones educativas a desarrollar sus propios planes de estudio para la educación primaria y secundaria.

Una característica significativa de la más reciente reforma educativa nacional es la ampliación de la jornada escolar transformándola en un solo turno, mientras que tradicionalmente la mayoría de las escuelas agrupan a los niños y maestros en dos turnos: mañana y tarde. Esta nueva modalidad se aplica desde 1998. La jornada escolar en dos turnos apoyó la idea de utilizar mejor los edificios de las escuelas públicas ofreciendo más cursos y manteniendo una baja proporción de alumnos por profesor. Los alumnos tenían la opción de asistir a la escuela por la mañana o por la tarde. El horario de turno único se refiere a la ampliación del número de horas pedagógicas que los alumnos permanecen en la escuela para solidificar el proceso de aprendizaje que conduce a la ampliación de las áreas de contenido curricular: concretamente, el aumento de las horas semanales de 30 a 38 en la educación primaria y a 42 horas en la secundaria.

La reforma fue cuestionada por los profesionales de la escuela argumentando la necesidad de más edificios escolares para contener a todos los alumnos y profesores para mantener la baja proporción profesor-alumno. Las instalaciones existentes no tienen capacidad para absorber la demanda de educación en estas condiciones. Consciente de la magnitud de este cambio, se planificó una implementación gradual; para ello, el gobierno asignó fondos extra exclusivamente para construir nuevos edificios escolares como primer paso. Otra preocupación que aquejaba a los educadores y administradores era la escasez de profesores que anteriormente trabajaban en dos turnos para hacer frente a los bajos salarios, en comparación con otras profesiones. El nuevo aumento de la carga horaria no compensaba económicamente a los profesores del segundo turno que tenían en el sistema anterior. Esta reforma no fue aceptada por todos en el sistema educativo. Los profesionales de las escuelas privadas argumentaron que carecían de fondos para contratar a profesores para más horas, además, los educadores privados argumentaron que la ampliación del número de horas en las escuelas no mejoraría necesariamente la calidad de la educación, remarcando que la calidad y la cantidad no están necesariamente correlacionadas. Otro argumento planteado por los opositores se centraba en las zonas tradicionalmente infradotadas, lo que en última instancia provocaba el desplazamiento de los alumnos.

El español ha sido la única lengua de enseñanza en las escuelas públicas, sin embargo, uno de los intentos más recientes de mejorar la educación de los desfavorecidos étnicamente ha sido la incorporación de programas bilingües-biculturales. La Unidad de Cultura y Educación de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena o CONADI, en representación de diferentes tribus, presentó en 1995 una propuesta de Educación Intercultural Bilingüe en la que expresaban su interés por preservar sus lenguas y culturas nativas. Junto con el reconocimiento de los grupos indígenas chilenos por parte del gobierno (Ley 19.253 D de 5.10.1993) las universidades locales donde existían zonas de alta densidad indígena se adhirieron a la iniciativa. En 1998-1999 un proyecto piloto auspiciado por el Ministerio de Educación, División de Educación Multicultural y Bilingüe, realizó una convocatoria nacional para recopilar material didáctico para 1º y 2º básico en forma competitiva. Esta fue la primera iniciativa de esta naturaleza en el país que propició la consolidación del proyecto.

Todas las reformas durante el siglo XX fueron esfuerzos dirigidos a mejorar la educación de todos los alumnos. Debían establecer normas de contenido y rendimiento elevadas y rediseñar los diversos componentes del sistema educativo de forma coordinada y coherente para apoyar y solidificar el aprendizaje de los estudiantes y promover la educación universal en el país.

Los ejemplos de políticas eficaces se reflejaron en la progresiva tasa de alfabetización de los chilenos de 15 años o más durante el último siglo: desde el 50,0% en 1920, hasta el 80% en 1952, para alcanzar actualmente el 95,6% en 1998.

La matriculación de alumnos en la enseñanza primaria pasó del 64,0 por ciento a principios de los años 60, al 95,0 por ciento en los años 70 y al 98,3 por ciento en 1998. Un sistema educativo mixto, privado y público no sectario, innovador en América Latina, ofrece a los padres la opción de enviar a sus hijos a la escuela de su elección, mientras que se dispone de fondos para subvencionar las escuelas privadas. Una economía nacional de libre mercado flexible ha permitido a Chile asignar fondos exclusivamente para subvencionar las escuelas privadas. En Chile, el 93% de las escuelas que atienden a los niños que cursan la educación primaria y secundaria en el país son financiadas por el gobierno. El gobierno central distribuye uniformemente el apoyo financiero pagado por alumno que asiste a la escuela, calculándose por trimestre además del presupuesto municipal asignado localmente por institución.

En 1981, cerca del 78% de los alumnos chilenos estaban inscritos en escuelas municipales frente al 56% en 1996; y el 15% de los alumnos en 1981 se inscribieron en escuelas privadas subvencionadas frente al 35% en 1996. Los establecimientos privados han captado una tasa estable (durante los mismos períodos) de aproximadamente el 10 por ciento del total de alumnos a nivel nacional.

La tasa de abandono escolar del 21 por ciento en la educación primaria durante los años 70 se redujo drásticamente al 1,5 por ciento en 1998 y al 5 por ciento en la educación secundaria el mismo año.

El promedio de escolaridad entre los chilenos en 1992 era de 7,2 años, aumentando a 9,9 en 1998. La media entre los hombres era de 9,6 años y de 10,6 entre las mujeres. En 1998, el Ministerio de Educación destinó el 82,7% de sus recursos financieros a los sistemas de educación preescolar, primaria y secundaria, el 16,1% a la educación superior y el 1,2% a programas culturales. Desde 1992, el Programa de Mejora de la Calidad y la Equidad de la Educación del Ministerio de Educación Nacional ha abogado por centrarse sistemáticamente en la calidad de la educación en el país. Este proyecto ha sido financiado con el apoyo de los préstamos del Banco Mundial.

Características generales de la educación pública chilena El calendario escolar comienza en marzo y termina en diciembre. En Chile, los alumnos de las escuelas primarias y secundarias llevan un uniforme con un distintivo que identifica a la institución. El transporte público nacional ofrece tarifas reducidas a los estudiantes de educación primaria, secundaria y superior, debidamente identificados con tarjetas otorgadas por sus instituciones, que necesitan transporte a nivel local. El sistema de calificación tiene una escala del 1 al 7, siendo el 1 el más bajo, requiriendo un 4,0 como nota mínima de aprobación. La repetición de curso ha sido la práctica en el país cuando los alumnos no han alcanzado los niveles mínimos de competencia para asegurar la asimilación de los contenidos curriculares. La tasa de repetición en 1993 era del 8% en los colegios municipales, del 6% en los concertados y del 2% en los privados en la enseñanza primaria.

La distribución de los centros educativos en 1998 era: 59,6 por ciento de escuelas municipales, 28,8 por ciento de escuelas privadas subvencionadas, 10,9 por ciento de escuelas privadas y 0,7 por ciento a otros. El Ministerio de Educación ha establecido la proporción máxima entre profesores y alumnos de 1:45 por clase.

Revisor de hechos: Hellen, 2010

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Sustento Legal y la Administración Educativa en México

Nota: Para una visión general del sistema educativo en México, véase aquí. Para una visión de la administración, finanzas e investigación educativa en México, puede consultarse aquí, y respecto a los Sustentos Legales y Constitucionales de la Educación en México, en este otro lugar. También puede leerse sobre los retos del Sistema Nacional de Educación mexicano.

Recursos

Véase También

Bibliografía

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