Vía Chilena al Socialismo

La Vía Chilena al Socialismo en Chile

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La Vía Chilena al Socialismo y Allende

El término hace referencia, en su significado más general, al conjunto del proceso sociopolítico desarrollado en Chile desde el triunfo electoral de Salvador Allende en septiembre de 1970 y su asunción a la presidencia de la República en noviembre de ese año, hasta su derrocamiento por el Golpe de Estado Militar el 11 de septiembre de 1973.

En su significado más preciso, el término se refiere a la doctrina y proyecto político que tipifica dicho proceso como un modo específico para Chile de acceder al objetivo del socialismo, dentro de los marcos del sufragio», a través del uso de la institucionalidad vigente y en democracia, pluralismo y libertad» (Salvador Allende, »Discurso del 5 de noviembre de 1970″, en Hernán Godoy, Estructura Social de Chile, Editorial Universitaria, Santiago, 1971, p. 582-593).

2. El concepto, acuñado específicamente para Chile, tiene su Origen en la lucha política del período y su tratamiento académico es aún precio y no sistemático, estando cargado de connotaciones ideológicas, en las que el énfasis principal es puesto en el interés de apoyar o refutar el proyecto político a que se refiere, más que en el de definir el concepto y elevarlo a categoría teórico-científica.

B. La «vía chilena al socialismo», entendida como el conjunto del proceso sociopolítico que sacude a la sociedad chilena entre los años 1970 y 1973, se inicia con el triunfo de Salvador Allende en las elecciones presidenciales de septiembre de 1970, que implicó la victoria de los partidos de la izquierda chilena agrupados en la coalición llamada «Unidad Popular», cuyos partidos ejes eran los dos mayores de la clase obrera, Socialista y Comunista, y en tomo a los cuales se agruparon otros partidos, como el Radical, el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU), la Acción Popular Independiente (API), el Partido Social Demócrata, y, posteriormente, la Izquierda Cristiana.
El Programa Básico de la Unidad Popular (Editorial PLA, Santiago, 1970) buscaba un triple objetivo: establecer una amplia alianza de clases y grupos en tomo a los partidos de la Unidad Popular y las organizaciones del proletariado; «terminar con el dominio del capital monopolista nacional y extranjero y ‘de la oligarquía terrateniente»; e «iniciar la construcción del socialismo», a través de un proceso de nacionalizaciones, construyendo un Área de Propiedad Social y una nueva economía, del Estado Popular y de una Nueva Cultura.

El proceso de transformaciones iniciado en 1970 contempló un vasto conjunto de nacionalizaciones, estatizaciones y expropiaciones de empresas que incluye la nacionalización del cobre, principal fuente de divisas del país, y de todas las riquezas básicas, la estatización de los bancos, la incorporación de más de trescientas empresas de carácter monopólico al Área de Propiedad Social en distinto status jurídico y la expropiación de más de tres mil predios agrícolas con la entrega de tierras al sector campesino organizado; una redistribución de ingresos en favor de los sectores asalariados que aumentan su participación en el producto nacional en más del 10 %; un conjunto de políticas sociales que se expresa en el aumento de matrículas en todos los niveles educacionales, en la disminución brusca de la desocupación a una tasa de poco más del 3 %, en la reducción drástica de la mortalidad infantil y el mejoramiento de los índices de desnutrición, y en un alto ritmo de construcción de viviendas populares; una creciente organización y participación de los sectores populares en el sector productivo, en organismos territoriales y en organismos sectoriales de Gobierno y una política internacional abierta que implicó el establecimiento de relaciones con los países socialistas.

Todo ello no impidió, sin embargo, la crisis económica desatada por la alta tasa de inflación del último período, la escasez de divisas y los problemas de abastecimiento generado por un sistema capitalista en descomposición.
Desde un inicio la acción del Gobierno se enfrentó a una oposición drástica de los sectores empresariales y su expresión política, el Partido Nacional, que luego de tratar de impedir violentamente el ascenso a la presidencia de Salvador Allende, buscaron su derrocamiento, y del Partido Demócrata Cristiano, cuyos sectores dirigentes buscaron inicialmente neutralizar la acción gubernativa e impedir la realización del Programa y posteriormente se sumaron a la estrategia de derrocamiento. El contenido de las transformaciones generó una lucha política encarnizada que polarizó a todos los grupos y sectores sociales y en la que la oposición logró inclinar a su favor núcleos significativos de las llamadas «capas medias», cuyas organizaciones gremiales desbordaron incluso la oposición política, y de las Fuerzas armadas, que en conjunto organizan el Golpe de Estado que culmina con el derrocamiento del gobierno constitucional de Allende y con la instauración de una Junta Militar de Gobierno formada por los jefes de ellas y de carabineros.

Un esquemático balance del proceso social de estos años señal como puntos básicos, por un lado, la desarticulación del sistema económico y de dominación de tipo capitalista vigente en Chile, sin que se lograra la consolidación de un sistema alternativo, y por otro lado, la presencia masiva y organizada de los sectores populares, con una brusca elevación de sus niveles de conciencia política y de participación autónomas (Marco A. Gamero, Elementos para la investigación y el análisis del proceso político chileno 1970-1973, presentado al Seminario sobre Dependencia y poder Político organizado por la Fundación Alemana para el Desarrollo y CEISAL, Berlín, Noviembre, 1973.) Ambos aspectos permiten entender el carácter del Gobierno Militar que derrocó a Allende.

2. Más que el conjunto de acontecimientos que vivió Chile en el período 1970-1973, el concepto «vía chilena al socialismo» apunta a un determinado proyecto político, a una concepción sobre lo que debía ser el proceso sociopolítico desencadenado a partir de noviembre de 1970. Una gran cantidad de documentos de los partidos políticos hacen referencia directa o indirecta al concepto. (En especial, del Partido Comunista, Luis Corvalán, Camino de Victoria, Impresora Horizonte, Santiago, 1972. Del Partido Socialista, una selección de discursos de Garlas Altamirano en Editorial Quimantú, Santiago, 1972. Del MAPU, El carácter de la revolución chilena, Ediciones Unidad Proletaria, Santiago, 1971.) Por otro lado, existe un conjunto amplio de estudios sobre el tema que discuten el contenido del concepto y las características del proceso político en curso (especialmente en las Revistas «Cuadernos de la Realidad Nacional», Santiago, Nos. 10, diciembre 1971, sobre Problemas y perspectivas del Socialismo en Chile, y 15, diciembre de 1972, sobre Revolución y Legalidad: problemas del Estado y del Derecho en Chile; Chile Hoy, Santiago de Chile, «Revista de la Universidad Técnica del Estado», Santiago de Chile, Volumen Especial No. 11 y 12, de noviembre diciembre 1972 y enero febrero 1973; y en las siguientes antologías: CESOCEREN, Transición al socialismo y la experiencia chilena, Editorial PLA, Santiago, 1972; Dale L. Johnson, ed., The Chilean Road to Socialism, Anchor, New York, 1973; Ann Zammit y Gabriel Palma (eds.), The Chilean Road to Socialism, IDS, Sussex, 1973).

Pero el término fue principalmente acuñado y específicamente sistematizado y desarrollado en los discursos de Salvador Allende (Discurso del 5 de noviembre de 1970, en la obra citada, Mensajes al Congreso Nacional, 21 de Mayo de los años 1971, 1972 y 1973; Allende habla con Debray, «Revista Punto Final», No. 126, marzo, 1971; los discursos más importantes están presentados en dos antologías: Salvador Allende, Nuestro camino al socialismo: la vía chilena, Ediciones Papiro, Buenos Aires, 1971, y Allende, su pensamiento político, Quimantú, Santiago, 1972), y en trabajos de sus asesores políticos y económicos (especialmente, Joan E. Garcés, El Estado y los problemas tácticos en el Gobierno de Allende, Siglo XXI, Madrid, 1974 y Estado Burgués y Gobierno Popular, en «Cuadernos de la Realidad Nacional», No. 15, en la obra citada, págs. 132152; Eduardo Novoa, El difícil camino de la legalidad, en «Revista de la Universidad Técnica del Estado», VII, abril de 1972, págs. 734, Santiago, y Vías legales para avanzar al Socialismo, en «Revista de Derecho Económico» Nos. 33 y 34, octubre 1971, Santiago; José A. Viera Gallo, El segundo camino al socialismo: aspectos institucionales, en «Cuadernos de la Realidad Nacional», No. 15, en la obra citada, págs. 152191; y en el plano económico, Sergio Ramos, Chile, ¿una economía de transición?, Casa de las Américas, La Habana, 1972; Pedro Vuskovic, «La experiencia chilena: problemas económicos», en CESOCEREN, en la obra citada; El pensamiento económico del Gobierno de Alende (Antología editada por Gonzalo Martner, Editorial Universitaria, Santiago, 1971). Es a partir de este tipo de documentos que se puede tratar de establecer una definición de la «vía chilena al socialismo».

Es preciso señalar que el término, cuando es aplicado, no hace especial referencia al objetivo final, al socialismo, que es postulado sólo en rasgos generales como «un modelo nuevo de Estado, de economía y de sociedad, centrado en el hombre, sus necesidades y aspiraciones», «como el único régimen que se ofrece a las naciones modernas para reconstruirse racionalmente en libertad, autonomía y dignidad» y para superar el «sistema capitalista y dependiente», y en el cual lo esencial es la socialización de los medios de producción, la gestión del Estado por parte de los trabajadores, y un sistema de valores culturales que permitan una convivencia solidaria (Allende, Primer Mensaje al Congreso Nacional, mayo 1971, en Nuestro camino al socialismo…, en la obra citada). Más bien, la definición de la «vía chilena al socialismo» se centra en la modalidad específica que Chile tiene de acceder a ese objetivo. Su tratamiento más o menos sistemático contempla tres aspectos una definición negativa, una justificación de su posibilidad teórica y su viabilidad histórica y un conjunto de elementos que configuran la definición positiva.

a) La definición negativa formula un conjunto de juicios por oposición. La «vía chilena» se entiende como aquella que no sigue los caminos tradicionales de anteriores procesos socialistas: ella no utiliza la violencia física, no realiza una ruptura violenta con el orden social existente, es decir, no es una vía armada; no se basa en una forma dictatorial o autoritaria de Gobierno y no contempla la exigencia de un partido único de Gobierno. (Allende, Primer Mensaje al Congreso, en la obra citada, pág. 27; Segundo Mensaje al Congreso, mayo 1972, en Allende, su pensamiento político, en la obra citada, pág. 373; Discurso del 5 de noviembre de 1970, op.. cit., pág. 589; el enfoque más teórico de estos aspectos en Joan Garcés, Estado Burgués…, en la obra citada:, págs. 135136 y José Rodríguez E., Hacia la conquista del Derecho Popular, en «Cuadernos de la Realidad»…, No. 15, en la obra citada, pág. 191).

b) La justificación teórica de la «vía chilena al socialismo», tiene una doble base. Por un lado, la posibilidad prevista por los clásicos de la teoría marxista: «Puede concebirse la evolución pacífica de la vieja sociedad hacia la nueva, en los países donde la representación popular concentra en ella todo el poder, donde, de acuerdo con la Constitución, se puede hacer lo que se desee, desde el momento en que se tiene tras de sí: a la mayoría de la nación» (Engels, citado por Allende, en Discurso del 5 de noviembre 1970, en la obra citada pág, .. 586). Por otro lado, las características propias del nivel político e institucional de la sociedad, el que, junto con poseer relativa autonomía respecto a la base socioeconómica que le origina, influye sobre la transformación de ésta y contiene en su seno elementos contradictorios en la medida que hizo debido absorber en muchos casos las reivindicaciones y conquistas de los movimientos revolucionarios.

Pero el argumento teórico, para darse en la realidad histórica exige ciertas condiciones particulares de la sociedad que permitan una justificación histórica. Tales condiciones en el caso chileno, serían: En primer lugar, la existencia de un Estado, de estructura primordialmente «liberal burguesa, con separación de poderes y régimen presidencial con ejecutivo fuerte, con creciente intervención en la vida económica, donde un conjunto de mecanismos arbitrales legitimados, en ellos el sistema electoral, para i:,esolver los conflictos entre los grupos sociales, y que se han extendido a amplios y significativos sectores de la población, y, finalmente, caracterizado por una relativa elasticidad para aceptar importantes conquistas impuestas por los trabajadores; es decir, un Estado «abierto a la acción política de las masas» (Garcés, EL Estado y los problemas tácticos, en la obra citada).
En segundo lugar, el desarrollo ‘ democrático burgués» relativamente amplio, ha configurado un conjunto de condiciones políticas, entre las que se cuentan la sólida organización política y sindical de la clase obrera y las masas populares con la consagración de su poder de presión, la existencia de partidos políticos organizados con ideologías que representan los intereses de las diversas clases sociales, el ejercicio real de la libertad por parte de grupos significativos de la población, un sistema de elecciones libres y periódicas con alta participación, y un sistema jurídico abierto que sin perder su connotación de tipo clasista» ha incorporado intereses inmediatos de los sectores populares.

En tercer lugar, la existencia de mecanismos arbitrales legitimados del Estado para la resolución de conflictos habría permitido el desarrollo de una ideología profesionalizante y constitucionalista en las Fuerzas armadas, cuyo rol profesional habría históricamente neutralizado el ejercicio del papel que tradicionalmente han tenido como árbitros potenciales en favor del orden establecido.

A las condiciones estructurales anteriores se agregaban la experiencia de una prolongada crisis económica con el fracaso histórico de los modelos de desarrollo dentro del sistema capitalista, la existencia de un sistema internacional multipolar que excluya la posibilidad de una intervención directa de potencias extranjeras y, finalmente, el factor subjetivo constituído por la fuerte conciencia política y revolucionaria, la violencia y las Fuerzas armadas.

En primer lugar, la «vía chilena al socialismo» se inicia con la conquista por parte del movimiento popular, conducido por los partidos de izquierda, del Poder Ejecutivo. El Gobierno aparece, entonces, como un elemento estratégico en la lucha por el poder político de los trabajadores y el pueblo en general. Es a partir de él que pueden iniciarse las tareas de transformación social que conduzcan al socialismo. Sin embargo, la conquista del Gobierno no ha alterado el conjunto de la institucionalidad vigente y, por lo tanto, es dentro de sus marcos que deberán realizarse estas transformaciones. La meta es crear una nueva institucionalidad y legalidad a partir de la existente, culminando en una nueva Constitución aprobada según las no unas prescritas en la Constitución vigente (Allende, Su pensamiento político, en la obra citada, págs. 69, 95, 143, 302, 374 y Nuestro camino… op. dt., págs. 35 36, 64, 87). No hay, pues, el intento de destruir la institucionalidad sino de servirse de ella para transfórmala. Históricamente esta institucionalidad ha sido usada por los grupos sociales dominantes para la perpetuación del sistema y de sus posiciones de dominio. La «vía chilena al socialismo» pretende usarla al servicio de los intereses de las clases populares y de su proyecto de construcción de un nuevo tipo de sociedad, lo que implica un cambio del contenido de clase en el aparato no unitivo y organizacional del Estado (Allende, Su pensamiento político, en la obra citada 1 pág. 373; Joan Garcés, Estado burgués…, en la obra citada, págs. 139, 140, 141). Todo ello es posible por cuanto el poder de conservación de la sociedad no tiene su fundamento en la institucionalidad misma, sino en el poder económico y en las relaciones sociales establecidas por los grupos dominantes.

De ahí la característica de gradualidad» de la «vía chilena al socialismo», por la que el conjunto de la institucionalidad y del Estado es transformado progresivamente por el movimiento popular a partir de su conquista del Gobierno.

En segundo lugar, el uso de la institucionalidad para la transformación social exige como condición sine qua non un proceso simultáneo de organización, movilización, presión y participación de las masas en la dinámica de las transformaciones que se traduce en un creciente aumento del poder de los trabajadores (Allende, Su pensamiento político, en la obra citada, págs. 306, 315, 358,362,375,401; Nuestro camino.., en la obra citada, pág. 35, 36)º Por otro lado, este creciente poder de los trabajadores es visto como una condición de la estabilidad del Gobierno.
La movilización y p:articipación popular y su apoyo al Gobierno no pueden quedar reducidos a los partidos y adherentes a la Unidad Popular, ni siquiera al conjunto del proletariado urbano y rural. El éxito de los sectores más significativos del proletariado, la «vía chilena al socialismo” exige la consolidación (…).

Todos los factores anteriores permiten el triunfo electoral de la izquierda chilena y el nido consiguiente de la «vía chilena al socialismo».

e) La definición positiva del concepto abarca funda mentalmente cinco aspectos: el rol de la institucionalidad el papel del movimiento popular, las tareas programáticas, la definición en torno a las libertades públicas y el sistema de expresión política y el rol de una amplia alianza de clases en torno a ellos, especialmente de las llamadas «‘capas medias», que sólo excluye a los denominados ,:enemigos fundamentales» de la revolución chilena, la gran burguesía monopólica y agraria, y sus representantes políticos. (Programa Básico de la Unidad Popular, en la obra citada).

En tercer lugar, la “vía chilena» consagra la realización simultánea y combinada de tareas destinadas a satisfacer las necesidades materiales de las masas trabajadoras y a ampliar las bases económicas, sociales y culturales de la democracia política, y de tareas destinadas a promover las reformas socio económicas que modifiquen el sistema capitalista. (Allende, Nuestro camino…, en la obra citada, pág. 29; Garcés, Estado burgués… en la obra citada, pág. 145). ES lo que se ha llamado la «c6inbinacióri de tareas democráticas y tareas socialistas» (Ramos, en la obra citada), en la que la política económica juega el rol crucial de asegurar una redistribución masiva del ingreso en favor de los sectores populares y de asegurar la propiedad social de los medios de producción fundamentales, en poder hasta ahora de grupos monopólicos (Vuskovic, en la obra citada). La socialización de los medios de producción, a partir de la proyección dominante del Área de Propiedad Social al resto de la economía y la transformación subsiguiente de las relaciones sociales de producción, constituyen la médula programática de la «vía chilena al socialismo» en esta fase de su desarrollo. Esto permite darle un contenido al reordenamiento institucional, cuál es su adecuación al postulado programático de «transferir a los trabajadores. y al pueblo en su conjunto el poder político y el poder económico» (Allende, Nuestro camino…, en la obra citada, págs. 35 36) y su correspondencia con las transformaciones del nivel económico y social. Así, el Estado en la «vía chilena al socialismo», aparece con un doble carácter: es un objetivo político que conquistar y, al mismo tiempo, es un medio del que se sirven los trabajadores, a través del Gobierno, para satisfacer intereses inmediatos y para realizar los cambios estructurales que les permitan controlar el resto del Estado (Allende, Su pensamiento político, en la obra citada, págs. 299-230).

En cuarto lugar, la «vía chilena al socialismo», definirla como el «camino al socialismo en democracia, pluralismo y libertad», consagra la mantención del sistema democrático vigente, con especial énfasis en la conservación y extensión de las libertades individuales y colectivas, y su expresión política en el régimen de partidos. A este respecto, no sólo garantiza la existencia y el pluralismo de partidos de oposición, sino que acepta la multiplicidad de partidos de Gobierno (Allende, Discurso del 5 de noviembre 1970, en la obra citada, pág. 589; Nuestro camino…, en la obra citada, págs. 37 y 41, Su pensamiento político, en la obra citada, págs. 333-334; Viera Gallo, en la obra citada, pág. 173).

Finalmente, la «vía chilena al socialismo» excluye de sµ definición la violencia física y abierta como medio de lucha política y postula la autonomía y prescindencia política de las Fuerzas armadas. El desarrollo violento de la revolución, que busca ser evitado, sólo es admitido como una posibilidad de respuesta a la violencia que ejerzan contra el Gobierno sus enemigos políticos (Allende, «Mensaje al Congreso 21 de mayo 1971», en Nuestro Camino…, op, cit., págs, 38 y sigs. y 98 y sigs.; Allende habla con Debray, en la obra citada, Garcés, El Estado y los problemas tácticos…, en la obra citada, pág. 108).

C. La definición anterior corresponde, como se ha dicho, a una determinada visión o concepción del proceso político chileno del período. Ella fue objeto de una profunda controversia en el ambiente tanto político como intelectual.

Desde sectores de derecha, se plantea la incompatibilidad fundamental entre democracia y socialismo, por lo que se niega la existencia de una «vía Chilena al socialismo», la que no sería Sino la utilización por parte del movimiento comunista internacional del lenguaje propio del sistema político chileno, con el fin de encubrir el acceso al «poder total» del Partido Comunista y la instauración de la dictadura del proletariado (Editoriales del diario «El Mercurio» del período y Visión crítica de Chile, edición preparada por Tomás P. MacHale, Ediciones Portada, Santiago, 1972).

2. Para sectores intelectuales representativos de la Democracia Cristiana, la «vía chilena al socialismo» representaba esencialmente un proceso de estatización de la economía y de control, a través de ese medio, de la expresión política de los diversos sectores de. opinión, lo que debía llevar necesariamente a la consolidación de un sistema totalitario. (Álvaro Berdón y otros, Itinerario de una crisis, 1972, y Pablo Huneeus y otros, Chile, el costo social de la dependencia ideológica, Editorial del Pacífico, IDEP, Santiago, 1973).

3. Entre los sectores intelectuales de la izquierda chilena, tampoco hubo consenso en el contenido del término. Para algunos, que participaban en el Gobierno de la Unidad Popular, el término era inadecuado para dar cuenta del proceso político, en la medida que postulaba una «excepción histórica» que se apartaba de las leyes que rigen los procesos revolucionarios de corte socialista. Otros sectores de izquierda, que no participaban en el Gobierno, cuestionaban la existencia de una «vía chilena al socialismo» que excluyera por definición el enfrentamiento armado y la destrucción violenta del Estado y la institucionalidad. Según este punto de vista, el carácter «burgués» del Estado y la institucionalidad genera contradicciones insuperables, dentro de sus marcos, con el movimiento revolucionario, lo que conduce necesariamente al conflicto violento, por lo que la «vía chilena al socialismo» estaría condenada de antemano al fracaso en la medida que no contemplara la preparación armada del movimiento popular. (Esta posición se expresa especialmente en la «Revista Punto Final», que recoge la posición del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR, También Ruy Mauro Marini, El desarrollo industrial dependiente y la crisis del sistema de dominación, en «Marxismo y Revolución», núm. 1, julio septiembre 1973, Santiago, y Chile, Revolución o transición, presentado al Seminario Estado y Derecho organizado por el Centro de Estudios de la Realidad Nacional CEREN, Santiago, enero 1973.)

D. Diversos otros términos se han usado como sinónimo o para caracterizar la «vía chilena al socialismo»: «vía o revolución pacífica» o «vía no armada» (Corvalári, en la obra citada), término que hace especial referencia a la oposición a la «vía armada», pero que no excluye la posibilidad de conflicto violento provocado por los adversarios del Gobierno; «vía legal», que enfatiza el marco jurídico en que se desenvuelve el proceso revolucionario (Novoa, en la obra citada); «vía institucional» o «vía política» (Garcés, en la obra citada), términos que privilegian el uso del aparato institucional y el método de lucha política para el desarrollo del proceso revolucionario, opuestos a los métodos insurreccionales; »vía chile. no al socialismo»; cuyo énfasis está puesto en la fase o etapa del proceso de transformaciones y en las tareas propias de esa fase; «segundo camino al socialismo» (Allende, Gallo, en la obra citada), término que trata de distinguir el proceso chileno de otras formas históricas de revolución socialista; «experiencia chilena», término que, evitando connotaciones ideológicas, enfatiza el carácter original del proceso político chileno.

La mayor parte de estas conceptualizaciones, al tratar de privilegiar algún aspecto particular, reducen el significado más amplio del término «vía chilena al socialismo» y no resuelven sus problemas fundamentales.

E. La concepción de la «vía chilena al socialismo» expuesta (más arriba) presenta ciertos problemas o vacíos desde un punto de vista teórico, sin considerar siquiera los problemas planteados por el desarrollo del proceso político en el período. En efecto, hay un tratamiento insuficiente de la relación entre continuidad y ruptura necesaria del sistema institucional y de la relación entre el proceso de transformaciones socioeconómicas que fortalecen el desarrollo del movimiento popular revolucionario y la expresión de éste en el aparato del Estado. Por otro lado, están descuidadas las consecuencias inherentes al carácter coercitivo del sistema de dominación vigente. Finalmente, la definición de la «vía chilena al socialismo» no incorpora en ella los elementos ideológico-culturales presentes en todo proceso de transformación social.

En todo caso, además del interés histórico del concepto, para la teoría política y para las Ciencias Sociales, el interés y la especificidad de «la vía chilena al socialismo» radican en dos aspectos. Por un lado, en la inversión que establece en la secuencia de los procesos revolucionarios socialistas, en la medida que la lucha por el poder político del Estado se realiza desde el seno mismo de éste, a través de la conquista del sólo Poder Ejecutivo por parte del movimiento revolucionario, lo que lo obliga simultáneamente a gobernar y a progresar en la lucha por el poder político del Estado y del conjunto de la sociedad.

Por otro lado, en la relación dialéctica y mutuo apoyo que establece entre el desarrollo del poder del movimiento popular revolucionario y el uso de la institucionalidad vigente, sin desbordar sus marcos, para transformar el sistema social global y el carácter de Estado. [1]

Recursos

Notas y Referencias

  1. Manuel Antonio Garretón Merino y Felipe Agüero (autores originales), adaptado y corregido (por Lawi) de los términos latinoamericanos que debían formar parte del Diccionario de Ciencias Sociales en español de la UNESCO, publicado en 1975 bajo la dirección de Salustiano del Campo y al amparo del Instituto de Estudios Políticos. Es el resultado de la postura crítica y disidente del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) frente al diccionario de la UNESCO y su respuesta con la obra colectiva “Términos latinoamericanos para el Diccionario de Ciencias Sociales”, publicada en 1976.

Véase También

Bibliografía

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