Crisis Política de 1931-1932

Crisis Política de 1931-1932 en Chile en Chile

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Porque se considera una bisagra el periodo de inestabilidad política en chile

Antecedentes

La sensación de prosperidad experimentado durante los primeros años de la dictadura de Ibañez llegó a su fin con la crisis económica mundial de 1929. En Chile, sus efectos se manifiestan a partir de 1930, siendo los años 1931 y 1932 los peores de nuestra historia. La consecuencia social de mayor relevancia fue el aumento del desempleo, sobre todo en el sector salitrero. Así, de los 91.000 trabajadores del salitre existentes en 1929, solo quedaban 31.000 a fines de 1931. Estos trabajadores y sus familias se trasladaron a las ciudades, lo que hizo más visible otros problemas derivados de la crisis, como la falta de alimentos y la imposibilidad de pagar las habitaciones.
Ibáñez, cuyo respaldo político se encontraba mermado y enfrentaba el creciente rechazo de los relegados políticos, empieza a enfrentar mayores dificultades a partir de 1930. Las conspiraciones empiezan a multiplicarse, siendo la más conocida el “complot del avión rojo (septiembre 1930), liderados por el coronel Marmaduke Grove, el general Enrique Bravo y otros opositores, quienes se trasladaron en avión desde la localidad de San Rafael (Argentina) hasta Concepción para intentar sublevar a la guarnición de la ciudad. El intento fracasó y sus líderes fueron relegados a Isla de Pascua.

En 1931 la situación económica empeoró. Ibáñez, en un intento por controlarla, conformó un “Gabinete de Salvación Nacional”. El 9 de julio asumió como Ministro del Interior Juan Esteban Montero, quien restableció las libertades públicas y eliminó las restricciones a la prensa. En el Ministerio de Hacienda asume Pedro Blanquier, quien hizo pública la desastrosa situación de las finanzas públicas. Ambos hechos estimularon la agitación popular, por lo que el gabinete dimitió a los 13 días de haber asumido. De todos modos, la situación se intensificó. El 22 de julio los universitarios iniciaron una huelga indefinida mientras que los obreros en Antofagasta iniciaron un movimiento para poner fin a la dictadura. A estas alturas todo el país estaba movilizado. Frente a este escenario, la policía recurrió a la represión, el cual termina con la muerte de varias personas. Se suman entonces al paro los médicos, ingenieros, profesores y el comercio. Ibáñez, acosado por la magnitud de la insurrección, nombra al presidente del Senado, Pedro Opazo Letelier, como Ministro del Interior. Finalmente, Ibáñez presenta su renuncia el 27 de julio y marcha al exilio a Argentina.

La crisis política de 1931-1932

Entre la caída de Ibáñez en julio de 1931 y la llegada al poder de Arturo Alessandri en diciembre de 1932, el país pasó por cinco administraciones, de las cuales solo la de Juan Esteban Montero fue elegida democráticamente. Estos 18 meses fueron considerados como la bisagra entre el período de inestabilidad política que el país vivía desde 1924 y la época posterior, caracterizada por más de cuarenta años de relativa estabilidad gubernamental.

El gobierno de Juan Esteban Montero

Montero, que había asumido la presidencia en julio de 1931, convocó a elecciones presidenciales de urgencia para octubre de ese mismo año, dejando su puesto para preparar su propia candidatura, avalada por la popularidad en su lucha por el retorno a la normalidad institucional. Su candidatura fue apoyada por los partidos Radical, Liberal, Conservador y otros como la Unión Republicana. Arturo Alessandri, una vez vuelto del exilio, decidió levantar su propia candidatura sin el apoyo de los partidos tradicionales. La izquierda contó con las candidaturas de Manuel Hidalgo y Elías Lafferte. El resultado favoreció a Juan Esteban Montero, quien obtuvo el 63,9% de los votos emitidos. La crisis no hacía más que profundizarse y los movimientos sociales no daban respiro al gobierno: en septiembre de 1931 se produce la sublevación de la marinería, el cual secuestró las naves de la Escuadra y que estaba respaldada por el Partido Comunista y diversas organizaciones obreras. Los marinos exigían mejores remuneraciones, la subdivisión de la tierra a los campesinos y “el cambio de régimen social”. La pronta reacción del Ejército hizo fracasar el movimiento, pero no desalentó las protestas sociales.

La República Socialista

A comienzos de junio de 1932, el abogado ibañista Carlos Dávila, el abogado socialista Eugenio Matte y Marmaduke Grove, comandante de la Escuela de Aviación, que había regresado de su relegación tras la caída de Ibáñez, se aliaron con el objetivo de derrocar a Juan Esteban Montero. El 4 de junio algunos aviones militares sobrevolaron el Palacio de La Moneda y lanzaron panfletos contra el gobierno. Esa misma noche, los golpistas ocupan el Palacio sin encontrar resistencia, procediéndose a la conformación de una Junta de Gobierno, compuesta por Dávila, Matte y el general alessandrista Arturo Puga. Grove, por su parte, asumió el Ministerio de Defensa. El 5 de junio la Junta manifestó que “solo perseguimos la liberación económica del país y el triunfo de la justicia social, con la instauración de la República Socialista de Chile, alentada por un alto espíritu de nacionalismo constructivo”. Asimismo, se expuso que en el nuevo régimen la economía quedaba bajo el control del Estado, sin que esto significase estar bajo “las influencias […] del sovietismo ruso”.

La Junta de Gobierno de junio de 1932: Eugenio Matte (izq.), general Arturo Puga (centro) y Carlos Dávila (der.)
Si bien se plantearon modificaciones radicales para el Estado, como el cambio de Constitución y el monopolio estatal del comercio exterior, solo algunas de las disposiciones planteadas pudieron ser implementadas, como la disolución del Congreso, la suspensión del desalojo de las propiedades de baja rentabilidad, la amnistía de presos políticos y la orden de regresar las prendas de ropa y herramientas empeñadas en la Caja de Crédito Popular. Sin embargo, su base de apoyo era débil. El Partido Comunista y las federaciones obreras lo rechazaron por su militarismo, mientras que múltiples integrantes de las Fuerzas Armadas se molestaron por el discurso revolucionario y las masivas manifestaciones callejeras. El 8 de junio, Carlos Dávila abandona el gobierno y el 16, apoyado por la Armada y el Ejército, depuso a la Junta y sus líderes fueron relegados a Isla de Pascua. De esta manera, tras doce días, finalizó el intento por instaurar el socialismo en Chile.

Los “Cien Días” de Dávila

El mandato de Carlos Dávila, conocido como los “Cien Días” (16 junio-13 septiembre 1932), fue considerado como una extensión de la República Socialista, por lo tanto, Dávila ejecutó medidas que enfatizaban el rol del Estado en la economía. Bajo su gobierno se creó el Comisariato General de Subsistencias y Precios, que controlaba la venta y abastecimiento de artículos de primera necesidad. Sin embargo, impuso restricciones: declaró el Estado de Sitio con toque de queda y ley marcial en todo el país; prohibió las reuniones de más de tres personas en la calle; censuró publicaciones y prensa escrita, y estableció que las radios solo podían transmitir noticias oficiales.
El 8 de julio, Dávila se autodesignó como Presidente provisional, lo que resquebrajó el apoyo ibañista. Sin poseer la total confianza de las Fuerzas Armadas, un nuevo sobrevuelo militar sobre La Moneda lo obliga a dejar el gobierno y salir al exilio.

Blanche, Oyanedel y el regreso de Alessandri

El Ministro del Interior de Dávila, general Bartolomé Blanche, asumió la Presidencia. Una parte importante de la sociedad, que anteriormente había apoyado las intervenciones militares, estaba cansada de su acción. A esto se sumaba el rumor de que Blanche entregaría el poder a Ibáñez. El Presidente provisional, ante tal contexto, convocó a elecciones legislativas y presidenciales. A pesar de este compromiso, un destacamento militar de Antofagasta se levantó con el objetivo de asegurar un pronto regreso del régimen civil. El movimiento se extendió a Tarapacá, Atacama, Coquimbo y Concepción.

El 2 de octubre, Blanche delegó el mando en el presidente de la Corte Suprema, Abraham Oyanedel, quien se encargó de implementar las elecciones ya comprometidas. Los candidatos fueron Arturo Alessandri Palma, apoyado por los partidos Demócrata y Radical, múltiples facciones liberales y diversas agrupaciones obreras; Marmaduke Grove, candidato de varios grupos socialistas, a pesar de encontrarse relegado en Isla de Pascua; Héctor Rodríguez de la Sotta, apoyado por los conservadores; Enrique Zañartu, en representación del Partido Liberal-Democrático, y Elías Lafferte, del Partido Comunista.

En la elección, efectuada el 30 de octubre de 1932, Alessandri obtuvo el 55% de los votos, seguido por Marmaduke Grove, con el 18%. De esta forma, el “León de Tarapacá” regresa por segunda vez a la Presidencia de la República. Por otro lado, en las elecciones parlamentarias de diciembre el Congreso fue renovado en su totalidad.

Autor: Cambó

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